Meet The Beatles

Meet The Beatles
JL75

miércoles, 3 de junio de 2015

Discografía de Paul McCartney- Su puntuación según la Rolling Stones

La discografía completa de Paul McCartney, a examen
Más altibajos son imposibles. Desde que se separaron los Beatles, la carrera de Paul McCartney ha sido una montaña rusa llena de momentos cumbre y depresiones musicales que parecían insuperables. Pero McCartney, casi siempre menospreciado y malinterpretado, ha sobrevivido a todo. Por Josu Lapresa


http://rollingstone.es/reportajes/la-discografia-completa-de-paul-mccartney-a-examen/


1.       Disco: McCartney. Por Paul McCartney, 1970. Puntuación: 8 sobre 10.
Lo grabó todo, lo cantó todo, sólo en su casa y en sesiones secretas en Abbey Road. El primer álbum en solitario de McCartney salió semanas antes que el Let it be de los Beatles, acompañado de una extensa nota de prensa “exculpatoria” que, de paso, anunciaba el final de la banda. Todo pareció demasiado premeditado, oportunista y ególatra, cuando Paul sólo quería cerrar una etapa y abrir otra sin tiempo para lamentos. Esta colección de artesanía casera casi maquetera, mezcla de instrumentales juguetones, baladas introspectivas y melodías marca de la casa fue mal entendida y mal recibida; el tiempo le ha hecho más justicia.

2.       Disco: Ram. Por Paul y Linda McCartney, 1971. Puntuación: 8 sobre 10.
Ante los ataques dirigidos por la opinión pública, y gran parte de la prensa, la opción de Paul fue enrocarse con su mujer e hijas en su granja escocesa, ajenos al mundo. La jugada no le salió bien, ya que fue interpretado como un movimiento defensivo y victimista y su segundo disco, que además tuvo la osadía de firmar junto a una esposa que no era mucho más popular que Yoko Ono, fue destrozado sin piedad incluso por sus excompañeros. Muchos medios, incluído ROLLING STONE, se retractaron con los años, y se han grabado discos de homenaje. Mucho de lo mejor de McCartney está en este disco.


3.       Disco: Wild life. Por Wings, 1971. Puntuación: 3 sobre 10.
Quizá afectado por las malas críticas y por la malinterpretación que se hacía no sólo de su música, sino incluso de su vida privada, McCartney se aisló del todo –para su propio perjuicio– con su tercer trabajo, el primero firmado como Wings, su banda para la década que aún arrancaba. Publicado sólo medio año después que Ram, la diferencia de calidad –a peor– de Wild life es tanta que parece premeditado. Fue elprimer verdadero fracaso de Paul McCartney, hasta el punto de que se le retiró –en realidad demasiado pronto: los Beatles no llevaban “muertos” ni dos años– hasta el beneficio de la duda. Si se salva algún tema, es este Some people never know

4.       Disco: Red Rose Speedway. Por Paul McCartney & Wings, 1973. Puntuación: 7 sobre 10.
McCartney se tomó tiempo y, más importante, salió de gira –no tocaba en directo desde 1966– y el aire fresco le sentó bien. La ‘paradoja McCartney’ se explica con este disco: tiene un éxito mundial con su single My love, una balada ñoña que en realidad es una isla en este disco, más caracterizado por un rock suave muy melódico y rítmico, muy bien producido. Pero es My love la portavoz del álbum, que se enfrenta a la provocación glam imperante. Es decir, muy a contracorriente, muy adulto. Pero McCartney recibió sus primeras buenas críticas en solitario


5.       Disco: Band on the run. Por Paul McCartney & Wings, 1973. Puntuación: 8 sobre 10.
Siguiendo el empuje creativo y la concreción musical adquirida con Red Rose Speedway, sólo siete meses después Paul McCartney publicó el que ya era su quinto álbum en cuatro años. Por fin, el exBeatle recibió los parabienes unánimes de la crítica y colocó Band on the run como número 1 en Inglaterra y en Estados Unidos. El tema titular, una profundización en la mini ópera rock que ya había practicado con Uncle Albert/Admiral Halsey en Ram (y en realidad en la segunda cara de Abbey Road)y con el reciente single Live and let die (para la banda sonora de la película de James Bond Vive y deja morir, 1973), tiraron cualitativa y popularmente del álbum, pero no hubiera valido de nada si detrás no hubieran estado potentes piezas roqueras como Jet, medios tiempos rítmicos como Mrs Vandebilt o baladas de la altura de Bluebird o Let me roll it. Sin llegar a serlo –aunque la mayor parte de las letras remitan a escaparse, a volar, a huir–, es lo más cerca que Paul McCartney ha estado de hacer un álbum conceptual. Lo cierto es que Band on the run se beneficia, respecto a sus predecesores, de no ser una mera colección de canciones sueltas, de esbozos o de apuntes que van en distintas direcciones sin llegar a un punto común. La brillante producción (a cargo del propio McCartney y con ciertos ecos del Phil Spector al que siempre repudió por destrozar Let it be), embelleció sin estridencias uno de los mejores conjuntos de canciones que Paul ha reunido nunca en un mismo disco

6.       Disco: Venus and Mars. Por Wings, 1975. Puntuación: 5 sobre 10.
A rebufo del éxito de Band on the run y de su gira posterior, Venus and Mars resultó ser un éxito de ventas a pesar de ser objetivamente inferior. De hecho, la impresión que da es de tratarse de los descartes que podrían aparecer en una edición ampliada del disco anterior. No es que Venus and Marsfuera un álbum espantosamente malo como Wild life, pero sí parecía grabado con el piloto automático, sin verdaderas ganas, y con un puñado de canciones más dignas de caras B que otra cosa, apenas dos o tres pedían una segunda escucha.
Por primera vez, un álbum de McCartney era irrelevante.


7.       Disco: Wings at the speed of sound. Por Wings, 1976. Puntuación: 4 sobre 10.
Lo que en Venus and Mars pareció un accidente, en Wings at the speed of sound alcanzó el nivel detragedia. Un Paul McCartney sin ideas dejó a otros miembros de Wings tareas de composición e incluso interpretación y cayó en la indulgencia más absoluta en canciones como la almibarada Silly love songs, en la que se atrevió a cantar: “Hay mucha gente que quiere llenar el mundo de tontas canciones de amor, ¿qué hay de malo en eso?”. Desde luego, él no se daba cuenta y el resto de su banda no parecía estar en condiciones de sacarle de su error.

8.       Disco: London town. Por Wings, 1978. Puntuación: 7 sobre 10.
Con Wings reducido a formato de trío (Paul y Linda McCartney junto a Denny Laine), Macca remontó una vez más el vuelo con el que podría haber sido uno de sus mejores álbumes, sólo si se hubiera tomado la molestia de quererlo así. La canción titular puede servir de ejemplo: una gran melodía, una gran letra, pero llega un momento en que algo falla, no alcanza la altura que la propia canción promete. Pero el repertorio merece el notable gracias a canciones como Cafe on the left bank o Deliver your children (en parte cantada por Laine). 
La reedición incluye la mítica Mull of Kintyre.


9.       Disco: Black to the egg. Por Wings, 1979. Puntuación: 4 sobre 10.
El último álbum de Wings juntó los problemas de Venus and Mars (falta de canciones verdaderamente buenas) con los de Wings at the speed of sound (error de concepto). Este disco, que pretendía ser de rock desenfadado, rápido y en ocasiones incluso sorprendentemente endurecido, en realidad sonroja por culpa de la impostada Old Siam, Sir, que sonaba viejísima, o de los ridículos solos seudo heavies deTo you. Todo el disco camina en esa senda descuidada, obtusa, ciertamente desafortunada que no podía tener más salida que la disolución de la banda y un giro drástico.

10.   Disco: McCartney II. Por Paul McCartney, 1980. Puntuación: 7 sobre 10.
Después del fin de Wings, McCartney tomó la decisión de grabar con su nombre por primera vez desde 1970, y, como continuación nominal de aquel McCartney, decidió titular a su nuevo disco McCartney II.Tenía en común con su debut en solitario el yo-me-lo-guiso-yo-me-lo-como, pero musicalmente no podía ser más diferente. Abrazado de sopetón al sintetizador y la electrónica (Temporary secretary parece Kraftwerk de pintas en un pub, y con Frozen jap se adelantó más de una década a Daft Punk o a Air). A veces de manera excesivamente experimental (Darkroom o Secret friend), Paul dio un golpe de efecto que aún hoy sorprende.

11.   Disco: Tug of far. Por Paul McCartney, 1982. Puntuación: 6 sobre 10.
Tras la tempestad de McCartney II, la calma de Tug of war. Del artefacto casero a volver a trabajar con George Martin, el productor de los Beatles tan amante de los arreglos orquestales. La colaboración funciona en el tema que da título al disco, el primero de McCartney tras el asesinato de John Lennon, y cuyos ecos podrían rebuscarse entre las letras de Tug of war o Here today. Demasiado ecléctico, el álbum se cerraba con Ebony and ivory, una colaboración con Stevie Wonder que fue un megaéxito pero que situó a Paul, definitivamente, en la liga de los mayores.


12.   Disco: Pipes of peace. Por Paul McCartney, 1983. Puntuación: 5 sobre 10.
Compuesto a partir de canciones ya escritas durante la grabación de Tug of war, y mientras McCartney tenía la cabeza puesta en la filmación de Give my regards to Broad Street, Pipes of peace se hizo con el freno de mano puesto y la esperanza de que viviera de las rentas –cosa que hizo, comercialmente– del anterior álbum. Se repitieron esquemas, con George Martin de nuevo a la producción y con Michael Jackson (Say, say, say fue un gran éxito) como invitado en lugar de Stevie Wonder. Pero el desinterés se notó, y tanto los temas (muchos descartes) como la ejecución, no estuvieron a la altura.

13.   Disco: Give my regards to Broad Street. Por Paul McCartney, 1984. Puntuación: 2 sobre 10.
No more lonely nights, la canción que abre el disco, era una gran balada (con solo de David Gilmour) en medio de una tomadura de pelo gigantesca que consistía en reciclar canciones propias desde elRevolver (1966) de los Beatles hasta sus álbumes más recientes. Reciclar es lo mejor que se puede decir de la acción de regrabar esos temas exactamente igual que en sus versiones originales, aportando únicamente un aroma polvoriento que destruía el encanto de canciones como Good day sunshine oEleanor Rigby. Infame, tanto disco como película.

14.   Disco: Press to play. Por Paul McCartney, 1986. Puntuación: 4 sobre 10.
Pocas de las estrellas de los años 60 sobrevivieron a esa década con dignidad, pero los que llegaron a los 80 lo pasaron francamente mal. La tendencia en producción nunca había sido tan ligera, y Paul lo sufrió en este disco más que nunca. Escarmentado por el fracaso de Give my regards…, McCartney quiso dar un giro a un sonido más contemporáneo, se olvidó de George Martin y buscó refugio en los productores de las estrellas AOR que estaban gozando de éxito entonces: Phil Collins o Peter Gabriel. Esto en sí mismo no tenía por qué ser malo, pero evidenciaba (igual que casi todas las canciones fueran co-escritas por Eric Stewart, de 10cc), que Macca no sabía por dónde le daba el aire.


15.   Disco: Flowers in the dirt. Por Paul McCartney, 1989. Puntuación: 7 sobre 10.
La bajada de calidad de Press to play y, sobre todo, su escasa repercusión pública y mediática, asunto que a McCartney le gusta aún menos, le obligó a tomarse un tiempo antes de decidir cuál sería el siguiente paso. Un nuevo descalabro, probablemente, podría ser definitivo. Sumar al proyecto a Elvis Costello fue un acierto, ya que, en contraste con las recientes experiencias junto a Stevie Wonder y Michael Jackson, artistas de renombre que proporcionaban éxito y repercusión pero no pedigrí, la virtud de Costello –más allá de su mejor consideración respecto a los citados entre un cierto público que había dado la espalda a McCartney– fue que supuso un enorme soplo de aire fresco y empujó creativamente al exBeatle. Se estableció entre ellos un dúo compositivo que fructificó en canciones como My brave face, You want her too o That day is done, piezas que se beneficiaban del nuevo impulso que sentía Paul, que parecía incluso cantar con convicción por primera vez en años. No toda la culpa fue de Costello. El espíritu de McCartney de nunca darse por enterrado también contribuyó y sacó del baúl canciones como Figure of eight, We got married o This one (estropeada por su longitud, pero era el signo de los tiempos). Pese a varios momentos prescindibles (How many people, Distractions), el álbum fue un éxito y motivó a McCartney para embarcarse en su primera gira mundial en más de diez años, que quedaría recogida en el triple vinilo en directo Tripping the life fantastic y que finalizaría con la grabación del Unplugged de MTV, cuando aquellos conciertos sólo los grababan figuras de primer orden.

16.   Disco: Off the ground. Por Paul McCartney, 1993. Puntuación: 6 sobre 10.
La presencia de Costello todavía persiste en dos canciones de la época de Flowers in the dirt, pero no se involucró en la grabación de Off the ground, que contó con el grupo estable con el que Paul había girado por el mundo entero los años precedentes. Entre los estertores del grunge y los albores del britpop, y con la música comercial dominada por cosas como Michael Bolton o Garth Brooks, McCartney no fue lo atrevido que debió haber sido (con un productor más agresivo que Julian Mendelsohn, habitual de Elton John), y el sonido limpio, educado, relajado, de fogata después de una buena pesca de Off the ground aniñó una buena colección de canciones pop con exceso de manicura.


17.   Disco: Flaming pie. Por Paul McCartney, 1997. Puntación: 8 sobre 10.
La patada en el culo que necesitaba McCartney la recibió, ironías de la vida, de los Beatles. Su trabajo en el gigantesco proyecto Anthology le devolvió las ganas y el norte, también orientado por el britpop, que por fin devolvía a los Beatles a su altar. Con la labor de producción de Jeff Lyne (heredado delAnthology), despojado de artificios empalagosos y con un toque muy auténtico de rock sureño a lo Tom Petty, Flaming pie sí dio con la tecla, la misma que había encontrado Bob Dylan con Time out of mind: cómo hacer rock adulto pero entroncado con los tiempos y, no menos importante, los gustos del público joven.

18.   Disco: Run devil run. Por Paul McCartney, 1999. Puntuación: 7 sobre 10.
Si Paul McCartney hubiera grabado este álbum de homenaje al rock and roll que amó de joven en la década de los 70 (como hizo, de manera fallida, John Lennon), o en los 80, seguramente habría sido un confortable ejercicio de estilo perfectamente olvidable y prescindible. Pero McCartney lo grabó comoterapia por la muerte de Linda, su mujer, y en un momento en el que, tras Flaming pie, había recuperado el gancho, el pulso interpretativo, y sabía ya cómo rodearse de la gente adecuada. Pese a mezclar el repertorio clásico con algunos temas propios, el conjunto resulta muy coherente y, sobre todo, muy potente.


19.   Disco: Driving rain. Por Paul McCartney, 2001. Puntuación: 7 sobre 10.
Demostrando que el camino encontrado con Flaming pie iba a ser el definitivo, McCartney encontró en David Kahne (que luego trabajaría con The Strokes) un productor que mantuvo el pulso contemporáneo de su música. Muchas de las canciones estaban dedicadas a cantar al amor –lo que siempre ha hecho, en realidad– por Heather Mills, cosa que, vista con perspectiva, conociendo la historia, afea un poco la escucha de ciertas canciones. Pero pocas veces ha estado Paul más espiritual que en From a lover to a friend, y canciones que en otra época habrían desbordado azúcar como It must have been magic suenan concisas, adecuadas.

20.   Disco: Chaos and creation in the backyard. Por Paul McCartney, 2005. Puntuación: 8 sobre 10.
El nuevo estatus adquirido por Paul McCartney cristalizó en el festival de Glastonbury de 2004,donde fue la estrella principal (algo impensable pocos años atrás) y donde alternó con Franz Ferdinand y el resto de bandas “autorizadas” emergentes del momento; no le trataban como un abuelo, sino como un padrino. El siguiente movimiento de McCartney, a instancias de George Martin, fue llamar a Nigel Godrich (Radiohead, Beck) para que produjera su siguiente disco. No fue bien. Godrich empezó por rechazar la idea de Paul de hacer un álbum temático sobre India, después rechazó a la banda que llevaba el exBeatle, y terminó por rechazar incluso varias canciones suyas. Todo un desplante, que McCartney reflejó después cuando reconoció que la grabación de Chaos and creation in the backyardhabía sido “un infierno”. Pero a Paul le vino bien la tensión y la exigencia, y la producción limpia pero seca, oscura de Godrich (sólo Promise to you girl se permite un poco de jolgorio) descubre a un McCartney nuevo: con sombras, introspectivo, en ocasiones se diría que amargo. Lo que no impide que a lo largo del disco se cuele su inconfundible encanto: Jenny Wren remite inmediatamente a Blackbird, delÁlbum blanco de los Beatles, como English tea tiene esa esencia de pequeña y melancólica canción tan McCartney, de las que parecen salirle como churros cada media hora. Chaos and creation… fue el álbum que, definitivamente, despojó a McCartney –y, de paso, a buena parte del público– de prejuicios y le obligó a afrontar su música sin renunciar a nada, consciente de lo que todavía podía dar de sí. 


21.   Disco: Memory almost full. Por Paul McCartney, 2007. Puntuación: 6 sobre 10.
Dada la aceptación de Chaos and creation…, y conocido por todos su divorcio de Heather Mills, se esperaba una especie de Blood on the tracks, y de repente aparece McCartney con la inocua y repetitivaDance tonight, queriendo –de nuevo, pero así es él– que todo el mundo sea feliz. Una decepción. Firmó un contrato millonario con Starbucks, y otra vez el imaginario popular volvió al Paul seguro, conservador, rico, blando… Sin embargo, dentro del disco McCartney sí reflexionó, aunque más que sobre el desamor (aunque ahí está Gratitude) lo hizo sobre la muerte y el paso del tiempo

No hay comentarios:

Publicar un comentario